miércoles, 29 de enero de 2014

La maldición de Larisa




La maldición de Larisa : Es cierto que el cuenco con kiwis de la cocina me hace pensar en excrementos de camello, pero esa exótica imagen desaparece cuando los pelo y los corto en rodajas. Al ver su estructura salto de las caravanas por el desierto a las órbitas del cielo: estos días, por un tema que los mellizos están dando en el colegio, me he acostumbrado a consultar en Solar Walk, un programa para el móvil, la evolución de los planetas del sistema solar a tiempo real, leyendo información sobre ellos y descubriendo las capas que, como kiwis abiertos, los componen.

Urano tarda 84 años en completar una órbita. Uno de los satélites de Neptuno se llama Larisa, amante de Poseidón (Neptuno en la mitología romana). El potente campo magnético de Júpiter se debe al hidrógeno que, en la profundidad de un tercio de un radio, se ha convertido en metálico. Esas cosas.

Antes nos habríamos tenido que conformar con unas láminas en blanco y negro en una enciclopedia y unos datos precisos que no habrían dejado sitio para historias como la de esa eterna condena en la que viven Neptuno y Larisa. Ese tipo de información que, precisamente, convierte todo el tema en algo realmente interesante.

Ahora basta con mover un dedo por una pantalla. Esa sensación de, en alguno temas, estamos viviendo realmente ya en el futuro se ha quedado unida a los kiwis. Servirse unos cuantos en un cuenco es cenar un poco de optimismo.  

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