sábado, 18 de agosto de 2012

Banksy en La Mancha




Banksy en La Mancha : Este pueblo no cae bien. Dicen que son chulos porque tienen mucho dinero, el que les tocó en la lotería y el que han ganado, sobre todo, dos familias con dos empresas importantes. ¡Un pueblo de chulos!, me advierten.

Esa chulería debería ser evidente, pero yo no la veo. Esta mañana pongo un esfuerzo antropológico que no da sus frutos por mucho que mire. La gente sale del Ahorramás, o cruza la calle, o se busca las llaves del coche en el bolsillo, o se niega realizar a las peticiones de un niño de cinco años al que llevan de la mano igual que yo. Igual. La chulería no deja ninguna muesca.

Nos relacionamos con los lugareños para que el estudio de campo, nunca mejor dicho, sea más completo. Primero, el compramos dos tartas a una mujer. Quiero que sea chula, que diga que ella no sabe si las tartas son buenas, si van a gustar, si serán suficientes para un grupo grande de personas. Quiero que estropee las tartas al meterlas en sus cajas, que no deje de resoplar mientras trabaja, que en cada gesto quede claro que su sueño no era éste. Quiero que no abra la boca, que coja el dinero sin sonreír y que me devuelta la vuelta sin mirarme. Qué chula. Sería un buen ejemplo del que hablar ya en casa. Pero no. La dependienta hace justo lo contrario y salgo contento y decepcionado.

Así, contento y decepcionado, vamos a cumplir el encargo de comprar dos kilos de gambas, que aquí son muy buenas a pesar de que el mar parezca esforzarse por poner mucha tierra de por medio. Nos tomamos dos coca-colas para detener un poco la mañana. Nos las sirven acompañadas de un plato de patatas fritas perfectas. No hay ninguna rota : como una vajilla recién estrenada. Después, nos dividen las gambas en dos bolsas para que no nos pesen mucho. Estas no son formas si uno quiere mantener la fama de chulo. Debería hacérselo notar para que la próxima vez nos pongan un cuenco de huesos de aceitunas y nos entreguen las gambas en una red de las que llevan naranjas para ir perdiéndolas por el camino.

Sólo tenemos la mañana para movernos por el pueblo. Me digo que es poco tiempo, pero con menos hay gente que visita Nápoles y vuelve al crucero con una idea clara, diáfana y completa de la sociedad italiana, de su arte y de las débiles relaciones entre la estructura económica y el poder político. El caso es que yo no encuentro chulos por aquí.

Tal vez sea que, como observador, no soy muy imparcial. Vamos a ser honestos y vaciarnos los bolsillos. Lo cierto es que aquí hay dos restaurantes que me gustan mucho. En uno celebré un premio que, entonces no lo sabía, supuso el fin de mi carrera de escritor de relatos : quizás porque para hacerle hueco tuve que quitarle sitio a la vocación (por eso espero que nunca premien este blog). En el otro tienen una carta de vinos de la región que nos serviría de guía para recorrer la zona de bodega en bodega, sin tocar el suelo, como una ardilla fanática del tempranillo. Y tengo que admitir todo esto porque los argumentos que entran por el estómago son los más efectivos, que en los restaurantes del Bernabéu es posible que algún culé haya suavizado un poco sus posiciones.

A esas dos razones tengo que añadir otra. Esta mañana, al salir de la estación de autobuses (éste es el objeto de la rivalidad, y no otro) me he encontrado con un grafiti que, por su estilo, me ha recordado a Banksy. Aquí, en un pueblo de La Mancha. He paseado alrededor de la zona buscando algún grafiti más, pero no he tenido suerte. Parece ser el único y el hecho de que esté junto a la estación de autobuses me ha hecho pensar que, joder, a lo mejor Banksy es un enamorado de la tempranillo y pasó por aquí en una gira de incógnito por la zona, con una camiseta del Madrid de cuando ponía “Teka” en el pecho. Mientras los demás vaciaban la vejiga en el baño, él vaciaba su talento en esta pared, antes de coger un autobús.

El contraste entre el dibujo y el entorno me ha puesto de buen humor y me ha convencido de que aquí no hay chulos, que el problema lo tienen los demás. Seguro que vas a uno de esos pueblos que hay al lado y te encuentras las calles llenas de envidiosos.

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