jueves, 17 de mayo de 2012

El comprador perfecto



El comprador perfecto : El comprador perfecto es el que recorre la tienda, fijándose en todo, y sale sin llevarse nada. Al terminar de trabajar se pasea por los pasillos para ver todos los huecos de los lineales ocupados, la precisión de los decimales de cada precio, la simetría metálica de los carros encajados, la perfecta tira verde en las conservas de los tarros de cristal, la forma en la que están montadas en sus paquetes las rodajas de salami, el color de los huevos en sus envases de plástico, la tensión en esa fina capa transparente que cubre todos los recipientes de carne picada.

El comprador perfecto tiene bastante con eso aunque a veces no sea capaz de evitar el impulso de aproximar la mano para coger algo y echarlo al cesto. Puede llevar cesto, pero con la indolencia del que va a buscar setas más preocupado por el paseo en sí.

Se puede acercar, por ejemplo, a la pescadería y quedarse viendo cómo están dispuestas las doradas, una sobre otras como escamas. Desde fuera, es alguien más que espera la cola y que hace su pedido, pero nadie sabe que al llegar a casa es probable que coloque la dorada en un plato y se quede mirándola un buen rato, pensando que sigue siendo raro que todo parezca tan normal.  Detenerse y fijarse es la mejor forma de regresar a algún punto. 

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