sábado, 20 de julio de 2013

El hombre abandonado




El hombre abandonado : El hombre debe tener unos setenta años. Pantalón bien planchado y camisa a cuadros. Cuando termino de hacer las fotos a la casa da unos pasos hacia mí :

-¿Necesita algo?
-No. ¿Por?
-Soy el dueño de esa propiedad.
-Estaba haciendo unas fotos.
-¡Bah!

La propiedad es una casa medio derruida que me atrae cuando la veo a lo lejos precisamente por ese abandono. Supongo que tal vez mi interés se deba a esa lucha de muchos de sus elementos por volver a su origen. Las puertas y las ventanas son lo más llamativo: como si esas partes no hubieran sido domesticadas del todo y aprovecharan que ya nadie se preocupa de ellas para retroceder poco a poco, para hundirse centímetro a centímetro. Las verjas de las ventanas, perdida la pintura, ofrecen una mezcla muy sugerente de tonos. De haber estado cuidadas y pintadas, habría pasado a su lado sin fijarme.

Si el dueño de la propiedad hubiera tenido otra disposición, se lo habría explicado. Pero vuelvo a notar de nuevo la desconfianza al que hace fotografías y es posible, además, que esa húmeda oscuridad que vi a través de la puerta muestre lo que ese hombre tiene por dentro, como cierto desafío conservado frente a los que quieren cambiarlo. Algo de eso había en la chulería con la que reivindicó su posesión.    

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