viernes, 26 de julio de 2013

Lo único que vas a conseguir es romper la tregua



Lo único que vas a conseguir es romper la tregua : Si realmente la realidad es una lucha entre el orden y la entropía, el campo de batalla al que hay que asomarse para ser testigo es el garaje de un pueblo. Ahí están, revueltas, las dos facciones. El coche brillante. La silla rota. El calendario antiguo. El móvil. El cenicero con colillas. Las bicicletas que se han quedado pequeñas. Una lavadora que no se usa. La mesa de ping pong. Un balón pinchado. Siete tiestos apilados. La guía de vinos del 2001. Una caja en la que faltan varios destornilladores. Nueve cajas de cartón precintadas. Cuatro figuras de los Gormiti. Varios troncos amontonados. La impresión que deja todo eso es que, contra lo que se dice, ha sido posible llegar a una tregua a base de acercar posturas : lo antiguo queda justificado por todo ese tiempo, orgánico, que acumula; lo nuevo, por su precisión y su utilidad, a pesar de su falta de pasado. Todo esto se acaba asimilando cuando, al levantar la vista y ver la bombilla colgando desnuda del techo, uno no echa nada en falta. Está como debe de estar.

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