miércoles, 17 de julio de 2013

Las ofrendas de tres devotos



Las ofrendas de tres devotos : En el tupper me encuentro un pelo. Como me pilla con hambre, trato de encontrar alguien de la familia, vivo o muerto, a quien pueda pertenecerle para no frenarme, pero no lo logro. Debía venir en el tarro de la verdura. No es verdad que donde haya pelo haya alegría porque me quedo algo abatido. Dejo el tenedor, cierro el tupper y me sumo a los dos compañeros que no se han traído comida. Los tres nos acercamos a la máquina que tenemos cerca. Solo hay sándwiches de queso con jamón o queso con lomo. No parecen muy jugosos y, además, están en oferta, lo que no mejora la situación. Es como ver dormir a un grupo de tortugas. Vamos al Supercor a echarle un vistazo a sus sándwiches porque esos sí que tienen buena pinta. Las tortugas se convierten en cachorros juguetones. ¡Sabrosos y frescos!. Pero también caros : con dos de ellos te pagas una cena en Mónaco. Volvemos hacia la primera máquina poco convencidos cuando vemos a una mujer de azul, con tacones, echar unas monedas. Nos paramos porque sabemos que la máquina deja caer el cambio en una rendija que está en la parte de abajo. La mujer puede doblar las rodillas para recogerlo o inclinarse hacia delante. Todos esperamos unos segundos. La mujer no dobla las rodillas. Cuando se marcha, compramos los sandwiches sin dudarlo, más como una ofrenda a la máquina que por alimentarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario