jueves, 19 de diciembre de 2013

Clase para usar cupones por un céntimo




Clase para usar cupones por un céntimo : Tengo la impresión de que si el sudamericano que me atiende en el Burguer King me contara todos los trabajos que ha hecho en su vida, la cola que se montaría daría varias veces la vuelta al mundo. Es delgado, con la cara afilada, y esa mirada atenta del que va a lanzar una falta y calcula cómo le tiene que dar al balón.

He ido a recoger a Daniel a un cumpleaños y su buen humor se me ha contagiado. Aunque el parque infantil ya estaba cerrado, un amigo y él no dejaban de correr, como si se hubieran propuesto recorrer una distancia  mientras los padres hacíamos de percheros. Ya en la calle los dos se han sentado en un muro a hablar. No importa que compartan clase y que se vuelvan a ver a mañana: ahora están juntos y eso es lo que importa. Envidio ese valor que le dan al presente y que después desaparece. Es la madre del amigo la que acaba insistiendo para que se separen.

Y es para alargar ese momento por lo que propongo lo de cenar los dos juntos en un sitio en el que podamos comer con las manos, mancharnos, beber con la boca llena y robarnos la comida.

El dependiente aleja la mirada del balón, se ajusta un poco la gorra, y me dice que hay una oferta para lo que he pedido. Me pregunta si tengo el cupón por mero formalismo, porque de alguna forma debe ser evidente que soy de los que se acuerdan de ellos cuando han caducado. Mientras hace la pregunta, saca un folleto del que arranca el cupón apropiado. Me lo enseña y me lo explica con tranquilidad, como si le pareciera extraño que exista gente que no aproveche estas ocasiones de saltarse una casilla, por pequeña que esa. Me lo entrega. Se lo devuelvo. 9,99 €. Me dice que no puede darme el céntimo de vuelta. 

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