viernes, 18 de noviembre de 2011

"Kika Superbruja", de Harald Sicheritz

Hace, pongamos que diez años, ir al cine un viernes como hoy suponía :

-Una película en versión original.

-Sacar las entradas para la sesión de las diez.

-Tomarse un cortado antes de esntrar

-Leer en la hoja de la película una entrevista al director, a los actores y al novio de una actriz secundaria.

-No comer palomitas ni sentarse al lado de alguien que lo hiciera.

-Ver los trailers de películas que mentalmente anotabas para ver la semana siguiente o la siguiente.

-Ver la película de principio a fin sin comentar nada, en un silencio compartido con los demás.

-Estar rodeado de cinéfilos como tú capaces de reconocer, y hacerlo notar con una risa educada, alguna mención oculta a otra película oculta.

-Ver alguna exposición de carteles del cine mudo mientas esperabas en la cola.

-Entregarle la entrada a un encargado con pinta de estudiar cine y de tener en el bolsillo una copia de su primer corto a la espera de encontrarse con un director y así justificar estas horas de trabajo. Un trabajo no demasiado interesante.

Todo esto bien podría suceder hace diez años. Hoy, diez años después, hago un último intento cuando están a punto de atendernos en la fila de las entradas. ¿No preferís Tintin? No. ¿Seguro que Kika Superbruja? Sí. Les gustan las figuras que regalan en los McDonald´s de Tintin, se las cambian en el colegio, pero llegado el momento definitivo, se niegan a ver la película por razones que no consigo descubrir. Es el siguiente paso del merchandising, en el que ya no necesita de la película para vivir. Merchandising killed the movie star. Ni siquiera hay división de opiniones para que pueda desequilibrar la balanza, un poco, en favor de cualquier otra opción que no sea la de Kika Superbruja. Nada. Unidos y apretados como si formaran una barrera ante un lanzamiento de falta de Ronaldo.

Kika Superbruja. Sea. Una película que demuestra que los alemanes son muy buenos fabricando coches de lujo pero que en el cine infantil les queda mucho por aprender. Si supiera alemán, traduciría la expresión “Válgame Dios” como resumen de una película de la que solo salvaría el trailer de "War Horse" de Spielberg que pasan al principio. A ellos les gusta.

-¿Cuándo volvemos a verla? - nos preguntan, resumiendo en esas cinco palabras su crítica, que al final es la que importa porque es lo que dirán en el colegio. Me temo que mi criterio sigue siendo el de hace diez años.

De la lista anterior, claro, ya ni rastro. Es la misma, pero lo contrario. ¿Cómo no me van a salir canas?

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