viernes, 29 de marzo de 2013

El primer sentido de la cata




El primer sentido de la cata : La guía llega un poco tarde, quizás por la lluvia. Se ajusta un pequeño altavoz a la cintura, lo prueba, y comienza la visita. Todos los que la seguimos somos españoles, pero en una bodega que exporta el ochenta por ciento de su producción, deberíamos ser minoría. En el almacén podemos ver los palés listos para ser recogidos con direcciones de todas partes del mundo. No me parece mal : así los ingenieros que se marchen fuera podrán tomarse un vino de la zona en un restaurante danés y sentirse como en casa sin las desventajas de estar en casa (podría decirse que fuera se envía el mosto y aquí se queda el hollejo)

Del proceso de la uva poco nuevo se puede decir en unas instalaciones inmaculadas que parecen haber sido revisadas minutos antes por el señor lobo. Las dos fermentaciones, el roble americano, los meses en barrica. La descripción técnica que se repite en todas las bodegas. Pero hay que tener paciencia. Estas piedras que parecen ser solo un elemento decorativo se riegan en verano y sirven para mantener la humedad de forma natural.

Un poco más de paciencia y la guía, que me da la impresión de sentirse más cómoda cuando se aleja del camino del catedrático, nos cuenta la historia de una zona apartada que descubrieron cuando les compraron la bodega a los antiguos dueños. Era una porción de terreno con diferentes tipos de uva plantados de una forma aleatoria, sin criterio aparente. Como abandonada. Pero, dice la guía. Y sé que por ese pero va a estar justificada la visita.

Pero el enólogo tuvo una intuición y, en vez de levantar la tierra para disponer cada tipo de uva en formación, decidió probar y elaborar un vino con las clases de uvas que había, siguiendo su proporción. De ese proceso salió el vino del que la bodega actualmente se siente más orgullosa.

La historia es tan buena que no me importa que pueda ser falsa. ¿Quién no pagaría un poco más por probar un vino así?. Se dice que el primer sentido que se utiliza en una cata es la vista. Aquí resulta evidente que eso es falso y que, realmente, el primero de todos debería ser el oído, que les ofrece a los demás una historia para estimularlos, como perros tras una pista.  

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