El primer sentido
de la cata : La guía llega un poco tarde, quizás por la lluvia. Se ajusta un
pequeño altavoz a la cintura, lo prueba, y comienza la visita. Todos los que la
seguimos somos españoles, pero en una bodega que exporta el ochenta por ciento
de su producción, deberíamos ser minoría. En el almacén podemos ver los palés
listos para ser recogidos con direcciones de todas partes del mundo. No me
parece mal : así los ingenieros que se marchen fuera podrán tomarse un vino de
la zona en un restaurante danés y sentirse como en casa sin las desventajas de
estar en casa (podría decirse que fuera se envía el mosto y aquí se queda el
hollejo)
Del proceso de la uva poco nuevo se
puede decir en unas instalaciones inmaculadas que parecen haber sido revisadas
minutos antes por el señor lobo. Las dos fermentaciones, el roble americano,
los meses en barrica. La descripción técnica que se repite en todas las bodegas.
Pero hay que tener paciencia. Estas piedras que parecen ser solo un elemento
decorativo se riegan en verano y sirven para mantener la humedad de forma
natural.
Un poco más de paciencia y la guía,
que me da la impresión de sentirse más cómoda cuando se aleja del camino del catedrático, nos
cuenta la historia de una zona apartada que descubrieron cuando les compraron
la bodega a los antiguos dueños. Era una porción de terreno con diferentes
tipos de uva plantados de una forma aleatoria, sin criterio aparente. Como
abandonada. Pero, dice la guía. Y sé que por ese pero va a estar justificada la
visita.
Pero el enólogo tuvo una intuición
y, en vez de levantar la tierra para disponer cada tipo de uva en formación, decidió
probar y elaborar un vino con las clases de uvas que había, siguiendo su
proporción. De ese proceso salió el vino del que la bodega actualmente se
siente más orgullosa.
La historia es tan buena que no me
importa que pueda ser falsa. ¿Quién no pagaría un poco más por probar un vino así?.
Se dice que el primer sentido que se utiliza en una cata es la vista. Aquí
resulta evidente que eso es falso y que, realmente, el primero de todos debería
ser el oído, que les ofrece a los demás una historia para estimularlos, como
perros tras una pista.
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