lunes, 12 de marzo de 2012

La bolsa de la merienda




La bolsa de la merienda : Lucía está a punto de salir de su clase de gimnasia. Hoy no voy a tener que decirle que se abroche porque no es necesario. Hace muy buena tarde. Por fin, como me pide siempre, le he traido la merienda en una bolsa en vez de dejarla en el coche.

Lucía me ve cómo soy. A veces también como quiero que me vean. Muchas veces descubro, al mirarla, que parece estar decidiendo cuál de las dos opciones elegir. Cierta seriedad, cierta obligación consigo misma la obliga a optar por la primera posibilidad. No es frialdad, ni dureza, ni cosa parecida. Es, simplemente, la lógica bola de metal que sigue un circuito.

Hay momentos en los que deja de perseguirse a sí misma y, cuando estoy tumbado en el sofá, se acerca a darme un beso. Y luego otro, sin que exista una causa aparente.

Me gusta este momento en el que sale de su clase de gimnasia porque, rodeada por las demás niñas, mira para ver si ya he llegado a recogerla. Es uno de los pocos instantes en los que puedo ver sus dos miradas mezcladas, como si fueran una.

Como no puedo hacerle una fotografía a eso, me fijo en sus zapatos, en el contraste con el blanco. La fotografía que se hace pensando en otra cosa. 

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