sábado, 24 de marzo de 2012

La puerta secreta



La puerta secretaAhí, delante de nosotros, está el hipopótamo enano de plástico. No hay mucho escrito sobre las costumbres, la alimentación o el apareamiento de los hipopótamos enanos de plástico porque los expertos suelen despreciarlos por ser de plástico.

Daniel se lo lleva a la base de la manguera para que beba. El hipopótamo tiene la boca abierta, pero no bebe. No sabemos si grita, si bosteza o si canta. Desgraciadamente, el hecho de que sea de plástico nos impide descubrir cosas sobre él. Nadie, y digo nadie, le ha dedicado un poco de su tiempo al hipopótamo enano de plástico.

Mal hecho.

A Daniel todo ese vacío de la comunidad científica sobre el hipopótamo enano de plástico le trae sin cuidado. Le dedica tiempo y lo cuida como si fuera a descubrir algo importante.

 Bien hecho.

Así es fácil dar el salto y pasar de jugar con un hipopótamo de plástico enano por la mañana a recorrer las vitrinas del Museo de Ciencias Naturales por la tarde. Ahí los animales están igual de quietos que el hipopótamo enano de plástico, pero reciben ese reconocimiento algo sagrado que dan los museos.

Daniel se mueve de vitrina en vitrina con seriedad. El avanza y nosotros le seguimos. Si se para, paramos. Si se fija en algo, nos fijamos. Si elogia un nido con huevos, lo elogiamos. No nos atrevemos ni a cambiar de verbo. Tengo la sensación de que esto es como visitar la sala de trofeos de un equipo cuando está jugando un partido en el zoo. Si Daniel mira hacia arriba, nosotros miramos hacia arriba, al esqueleto de una ballena que se quedó varada en Málaga hace unos años.

Da la impresión de que todo esto está montado por gente a la que no le dejaron seguir jugando con sus animales de madera cuando eran pequeños y que lo que realmente buscaban no era descubrir la naturaleza, sino regresar a la infancia.

Cuando salimos del Museo, Daniel parece algo decepcionado.

-Pensaba que sabía de animales, pero me he dado cuenta de que no – dice.

Le digo que sabe más de lo que cree y que, además, queda mucho por conocer :  En el mundo hay 8,7 millones de especies, de las cuales 2,2 son marinas. El 86% de las especies del planeta y el 91% de las marinas no se han descubierto todavía. Prestarle atención a un pequeño hipopótamo de plástico tal vez sea la puerta secreta que te lleve a uno de esos descubrimientos.

Olfato no le va a faltar, porque en la tienda se fija en un ornitorrinco expuesto entre los libros.

-Acaban de traerlo esta mañana.

Así que ahí tenemos al pequeño ornitorrinco de plástico. No hay mucho escrito sobre las costumbres, la alimentación o el apareamiento de los pequeños ornitorrincos de plástico porque los expertos suelen despreciarlos por ser de plástico.

Mal hecho.

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