sábado, 13 de octubre de 2012

Confesiones de un rottweiler de gimnasio




Confesiones de un rottweiler de gimnasio : Salimos a dar un paseo por el carril bici el sábado por la tarde. Los niños, en bici. Nosotros nos ponemos zapatillas para correr. Míranos, espejo, parece que fuéramos a rodar un anuncio para Activia, de lo sanos que parecemos.

El carril bici está bien. Es como correr por los anillos de Saturno. Limpio, cuidado y civilizado : rin rin hacen la bicicletas al pasar y todos nos esforzamos por seguir nuestro camino (por la derecha los que van y por la izquierda los que vuelven, al revés de lo que suele pasar en la vida). En el carril bici siempre es domingo por la mañana. En el carril bici todos somos deportistas y vamos a vivir más tiempo.

Aunque las ruedas de sus bicis son pequeñas, sus piernas son largas y me cuesta seguirlos. Aprovechan la inercia de las bajadas para subir las cuestas, por lo que para ellos no existe este sistema central, esta sucesión de cumbres que yo me voy encontrando. La lección que aprendo es la siguiente : el gimnasio no es el mundo real, el mundo real no es un gimnasio (la idea central se mueve entre las dos frases como un péndulo). Aquí hay cambios de ritmo, advertencias, sprints, sustos, paradas obligatorias, negociaciones, despistes, vigilancia. No hay nada parecido en el mundo virtual de ese gimnasio por el que ahora paso.

Hacer deporte está bien. Es muy bueno para las mujeres con dinero que viven solas con un caniche sin dientes (el caniche) porque si todos hiciéramos deporte no habría nadie que, con intenciones aviesas, llamara a la puerta de la dueña del caniche sin dientes (el caniche) con el propósito de robarla impunemente riéndose de un perro agarrado a un tobillo con esa triste ineficiencia de la llave que no logra apretar una tuerca que ya se ha dado de sí.

Menciono lo del caniche porque es en eso en lo que me he convertido. Comencé a correr sintiéndome un rottweiler en forma (de gimnasio, ahora lo veo) y poco a poco he ido pasando por diversas razas hasta terminar en esto. Un caniche con sed que ve sus patas cada vez más pequeñas, a los niños cada vez más lejos y las bicicletas más y más grandes.

No sé. Si lo que quieren es un perro, deberían haberlo pedido de otra forma.  Cómo les quiero. Qué cabrones son. 

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