miércoles, 17 de octubre de 2012

Un terreno ideal con manchas de tomate




Un terreno ideal con manchas de tomate : Me gusta preparar pasta porque no es un plato que te deje en evidencia. En los demás se ve enseguida si no has tenido tiempo y has hecho algo rápido con lo que no te quedas muy convencido y a lo que llamas cena por cumplir el expediente. Unas salchichas son un sustituto de algo. Un plato de arroz, también. Nadie va a un restaurante a tomarse un arroz con tomate, pero sí que te das por satisfecho si te sirven un plato como el que preparo esta noche.

Así que, gracias a Marco Polo y a los italianos, en general, y a Nanni Moretti, y a Calvino, y a Pavesse, y a Indro Montanelli, y a Battiato, y a Gianni Rodari, y a Buzzati, y a Tacucchi, y a Sciascia y a Lampedusa en particular, por citar a diez. Ya puestos.

Escurro la pasta y la mezclo con el tomate. Tampoco me engaño : un auténtico italiano pondría reparos a este plato (veniales y capitales), empezando por el queso, que no sirvo. De acuerdo. No es perfecta, pero si conserva algo : ese aire festivo que rodea todo el proceso y esa evolución estética que va enlazando todos los pasos desde la tienda a la mesa. Preparar un plato de pasta es el arranque de una celebración. Hay algo lúdico en todo ello que quizás tenga que ver con el hecho de que todo el proceso tiene un toque infantil basado en lo fácil que es hacerla (con esa euforia que provoca lo simple cuando es capaz de crear algo pleno) y, aún más fácil, comerla. La pulcritud que se le supone a otras comidas aquí se pasa por alto : lo normal es mancharse la boca, la servilleta, el mantel y el pijama. Estamos sobre aviso.

Lo fundamental es que tengo una buena fuente de pasta y dos niños : perfecto.

A falta de un buen parmesano con el que espolvorear la pasta, echo mano de un texto de Pla que sirve para mostrar que aquí, en una improvisada cena, puede suceder algo importante :

“Hay cuatro cosas tangibles y concretas que no parecen de este mundo y nos transportan a un terreno ideal : la escultura griega, dos o tres cantos del Paraíso del Dante, la pasta asciutta y el amor filial”

Grito que la cena está lista. Mis palabras se van deshaciendo por el pasillo hasta convertirse en un susurro incapaz de atravesar las puertas. 

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