lunes, 15 de octubre de 2012

Umbral y el edredón




Umbral y el edredón : Recomienda Umbral en su “Diario político y sentimental” (página 139), no caer en lo doméstico al llevar un diario, “que es otro de los peligros del género”. Eso está bien cuando se es Umbral o se lleva la vida de Umbral, lo que no es mi caso, qué más quisiera yo. Umbral, lo siento, pero es que estoy rodeado de cosas domésticas : es el campo en el que me toca jugar.

El edredón de Daniel, por ejemplo.

Lo estrena hoy. Es un edredón que lleva estampado un cómic, como si fuera una gran página de tela con la que cubrirse. Por lo que veo, es la historia de un zorro y dos niños. Los dibujos están bien hechos (nada que ver con la desgana del ilustrador de “cuentos por teléfono”) y animan a fijarse en los detalles. Los detalles, lo sé por el gran Ibáñez y su Mortadelo y Filemón, son muy importantes : con él aprendí la lección literaria (más allá de Escuelas de Letras) de que en cada párrafo, como en una buena viñeta, siempre debe haber algo en lo que detenerse.

El edredón queda bien (es el detalle que logra que todas los demás elementos del cuarto se unan, como la mujer que al entrar en una fiesta concita la mirada de hombres que no se conocen) y además tiene sentido en la habitación de un niño con tanta facilidad para dibujar. Lo primero que ve al levantarse y lo último antes de dormirse son esos dibujos. Algo así puede hacer más por una vocación que cien visitas al Prado. El acierto sería completo si la narración comenzara en una esquina y acabara en la opuesta. No cuesta mucho descubrir, al ver que hay viñetas que se repiten, que la historia es más corta que el espacio del que dispone. Los fabricantes del edredón lo tenían muy fácil para haber hecho un producto perfecto pero se ve que les entró la pereza. Lo que podía haber sido una vuelta al mundo en lo creativo se queda en una excursión a La Pedriza.

Esa decepción ante lo que habría podido ser si. Un si en este caso pequeño, minúsculo, un apretón de imaginación para ocupar un edredón infantil. Si fuera una manta para ancianos no importaría, pero aquí se trataba de mostrar que hay tantas cosas que contar, que ver, que experimentar, que la superficie de un edredón se quedaría pequeña : podrían haber impreso, de hecho, el capítulo de una historia más larga que hubiera obligado al niño a imaginarse el resto.

Podrían haber sido más ofensivos.

Podrían haber caminado por otros terrenos.

Podrían haber saltado unas cuantas vallas.

Esto es lo que pienso. No sé qué habría dicho Umbral de haber estado aquí. 

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