lunes, 10 de junio de 2013

La lucha del bien contra el bien




La lucha del bien contra el bien : No sé si el mundo necesita otro cinturón blanco-amarillo. Hace unos años no me planteaba preguntas como ésta, pero ahora hemos descubierto que, además de la burbuja económica, había otra, asociada, relacionada con el valor de los objetos : todos eran imprescindibles y, antes de que pudiera surgir cualquier duda, se sacaba la tarjeta para dar por cerrado el tema.

Perdida esa ingenuidad, ahora todo pasa un examen.

Otro cinturón blanco-amarillo que ofrecemos al mundo. No me parece mal, aunque mis argumentos son subjetivos : me caen bien los que hacen judo. Son como la combinación sin alcohol de los deportes de lucha. Una disciplina de combate que no parece necesitar de un enemigo. Si las demás siempre te ponen de ejemplo al tipo con la navaja que quiere atracarte, aquí todo se queda en teoría, en lucha de salón, en ejercicio elegante en el que siempre ves luchar a uno que parece bueno con otro que también lo parece. Apuestes por quien apuestes, va a ganar el bien.

Sé que el tipo que hace judo sólo podría hacer de guardián en una sociedad de ciencia-ficción en la que el único malo permaneciera permanentemente controlado, como la última cepa del virus de la viruela. Pero llegados a este punto, en vez de ser realistas y de recordar cómo son las cosas de verdad, doy el salto y me imagino en esa improbable ciudad del futuro en la que las cosas sean un poco más fáciles. Si hay alguna forma de que nos acerquemos a esa utopía, es a base de crear estos ejércitos de soldados de kimono blanco, como albornoz de aristócrata, totalmente incapaces de defenderse ellos mismos.

Su profesor le ata a Daniel el cinturón. No son muchos los que hacen judo. La mayoría se dedica al fútbol. Eso es bueno : también los padres nos sentimos especiales y con ganas de aplaudir por igual a los que van recibiendo su nuevo cinturón. 

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