Pequeñas superproducciones : Tengo tan poco
tiempo para leer que, para engañarme, estoy adquiriendo la costumbre de empezar
varios libros a la vez. Como si así abarcara más y leyendo una página de cinco
libros distintos progresara más que con cinco del mismo. Matemáticas de lector
que me hacen avanzar negativamente (lo que antes se llamaba retroceder) : en
algunos casos, como hace ya bastante que dejé la historia, me veo obligado a
leer la página anterior para acordarme, lo que no hace sino profundizar la
sensación de atasco descubriendo además que estoy releyendo libros que no he
terminado. Así no voy bien, pero el subconsciente, que es el que manda (lo he
leído en la sinopsis de un libro en el VIPS), no cambia el rumbo.
Tal vez para calmar esta necesidad de
sumergirme en historias deba buscar otras estrategias alejadas del libro. Por
ejemplo : Daniel. Descubro que él ha solucionado mejor que yo el cambio del baño a
la ducha. Antes tenía muchos minutos para desarrollar sus historias acuáticas
de animales según el canon clásico de exposición (champú), nudo (esponja y
jabón) y desenlace (aclarado). La ducha ha reducido el tiempo disponible y, por
lo que veo, ha optado por añadir personajes y más personajes para cuentos
cortos pero intensos. Cien legionarios contra el dragón. Del minimalismo
lánguido del cuarto de hora, a la superproducción comprimida de cinco minutos.
Es hora ya de que sea él el que,
por la noche, me explique sus estrategias. Ya puestos, que añada un cuento al
final como ejemplo y me tape y me diga que deja la luz del pasillo encendida.
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