viernes, 28 de junio de 2013

Un grafiti de bata blanca




Un grafiti de bata blanca : Hace un calor tan contundente que si se mete la mano en el cerebro para usar la palabra hielo solo se saca charco. Todos los términos refrescantes se echan a perder como los congelados tras dos días sin corriente. Avanzamos porque tenemos una cita con el pediatra y queda poco y somos padres responsables, pero cuesta tanto romper este muro de calor que no es raro que el que haya venido a urgencias prefiera seguir en el aire acondicionado del coche probando un apaño con las tiritas para mantener la mano recién cortada en su sitio.

Como si fuera una bicicleta estática, la realidad ha saltado toda ella a dificultad cinco.

Caminamos entre edificios en los que los médicos extienden recetas con letras imposibles (para no desvelar la estrategia a los virus a los que se pretende combatir) y una seguridad que le da al paciente un par de minutos de ventaja sobre su enfermedad. Así tiene que ser.

En el suelo de la calle veo escrita la palabra “Sigueme”. No hay ninguna flecha. Ninguna indicación adicional. Nada. La busco. Nada. Entonces me doy cuenta de que está dentro de la sombra de un árbol. Parece el grafiti de un médico que, cansado de ser siempre tan explícito con sus recetas, una noche hubiera decidido dejar esta recomendación tras ver a la gente derrotada por el sol evitar las sombras. 

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