sábado, 11 de octubre de 2014

Aparcar con los ojos cerrados



Aparcar con los ojos cerrados : Madrugar un sábado es volver a agosto, cuando en Madrid parece que hay más plazas de aparcamiento que coches, más tiendas que clientes, más trenes que viajeros, más butacas que espectadores, más libros que lectores, más calles que peatones. La sedante ilusión, en fin, de que hay más oferta que demanda y que siempre habrá dónde elegir, como ahora, en un parking vacío en el que podría aparcar con los ojos cerrados hasta notar ese suave golpe de la rueda al alcanzar el tope de la plaza.

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