domingo, 12 de octubre de 2014

La senda de la letra pequeña



La senda de la letra pequeña : Venimos un poco confiados al restaurante, sin leer la letra pequeña de la oferta que decía que de lunes a viernes. La camarera subraya la frase con su índice. Es difícil que una comida se recupere cuando empieza así y ésta no lo logra. Se adivina la idea qué hay detrás de cada plato: algunas veces el resultado se acerca y otros se aleja demasiado. En ningún caso coinciden. Parece que el cocinero tampoco se hubiera leído la letra pequeña de las recetas y se enfrentara a ellas tan confiado como nosotros cuando, hora y pico antes, cogemos la oferta de la nevera y nos decimos que ha llegado la hora de conocer este nuevo sitio.

Como reacción inconsciente, me encuentro leyendo la letra pequeña de la botella que pedimos. “This is a personal Project of winemaker Manuel Manzaneque Suárez, who returns to his origins in La Mancha, where he selects the best old-wine vineyards of TEMPRANILLO, to create a very special wine from a limited number of barrels”. El vino se llama “¡Ea!”, una expresión muy de La Mancha. Me sorprende el contraste entre el localismo de la interjección y el párrafo en inglés.

Y sigo leyendo. Para venir a comer, Lucía se ha puesto unos pantalones que me gustan. Me doy cuenta cuando en un momento se levanta de la silla. Se lo digo, le pido que me deje hacerle una fotografía. Se sienta sin darme la opción, así que me agacho con la tozudez del que sospecha que hoy es de esos días en los que lo importante no es lo que no se encuentra a primera vista, sino a pie de página, en una contraetiqueta o debajo de la mesa.  

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