Los prolegómenos del café : El café que se toma al final es el cierre con doble
llave de la comida. Siempre siento inquietud cuando en la mesa alguien no se lo
pide, porque deja la comida como esos cuentos con final abierto que le quitan
contundencia y significado a lo leído. Ni poleos ni chupitos ni licores. Hay
que llegar al café y empezar a domar el tiempo sorbo a sorbo. No se me ocurre
gesto más elegante que el del que llegue a un restaurante de los de reserva de
varios meses y tras sentarse en la mesa pida únicamente un café. Cortado, para
que el rito sea completo.
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