Las tallas del miedo : Daniel me enseña
la máscara con capucha que acaba de comprarse en los chinos de la esquina.
Todavía tiene el traje del año pasado, que se ha puesto y que le queda bien,
pero la idea de repetir disfraz no le gusta. Lo entiendo: sería como continuar
con la celebración del año pasado y quitarle a la de éste todo lo que pueda
tener de nueva. Y con diez años, lo nuevo está en todas partes, hay más sabores
por probar que los que se conocen. Después de mostrármela, quiere probársela
para ver el efecto. Le digo que no hace falta, que una máscara es una máscara.
Es solo un momento, dice. Y es al ver sus ojos por los dos orificios cuando esa
representación adulta de la muerte adquiere vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario