lunes, 17 de diciembre de 2012

Un belén agnóstico




Un belén agnóstico : Creo que, más que el belén, que ya tenemos por partida doble (el que vamos construyendo año a año y que tenemos junto a la televisión, sobre los altavoces del equipo, lo que nos obliga a poner a Norah Jones y no a ACDC para que Angus no provoque un terremoto en Tierra Santa y el de la entrada, más infantil, que María rescató de su caja del trastero porque le daba pena) lo que realmente hace Navidad es la bandeja de polvorones que este año tenemos en la mesa del salón. Como un belén agnóstico.

Supongo que esto se debe a que había una bandeja similar en casa de mis padres que terminaba con los mismos polvorones, a pesar de la insistencia de mi madre cada vez que la traía con el café, como si fuera un asunto más de decoración que gastronómico. Si con la edad uno se va asemejando a sus padres en muchas cosas, no es de extrañar que esta bandeja esté en el salón. La diferencia es que en mi casa la bandeja era de metal, ésta es de plástico : ya sabemos que lo de vivir mejor que la generación anterior era un espejismo.

Antes de irme a la cama repaso los dulces y me como un hojaldrado de naranja. La Navidad perfecta será aquella en la que montemos un belén comestible. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario