miércoles, 15 de mayo de 2013

Amenazas de cristal




Amenazas de cristal : Quizás sea cosa mía, pero en la visita que hacemos a Cosmocaixa hoy noto cierto aire a mudanza, a nevera que ya no se llena porque quedan pocos días : en la actividad del “toca,toca” no se incluyen las explicaciones sobre peces recién nacidos, porque no hay ninguno, y la exposición temporal “¡Epidemia!”, parece montada con el fin de alejar a los visitantes, que se ven luchando entre el deseo de estar ahí y el de salir corriendo, por mucho que los virus que se representen ahí sean de fogueo.

Yo, por ejemplo, quiero seguir y aprender sobre las bacterias, los virus y los protozoos que a lo largo de la historia han solucionado a su manera el problema del paro, pero los mellizos, tras pasar por un vagón en el que se simulan estornudos cargados de invisibles asesinos y de ver reproducciones de miembros afectados por las enfermedades, quieren salir corriendo de ahí.

Me parece una triste manera de despedirse, pero lo entiendo porque lo mejor en cada ruptura es presentarse en bata y zapatillas y evitar un escote de gala que haría ambiguo el mensaje : no vuelvas a mi lado, pero mira qué guapa me he puesto para ti. Aquí ha habido exposiciones que no olvidaré, como una, magnífica, de dinosaurios y otra sobre la magia que disfruté como un enano. Eran los tiempos, supongo, del dinero del ladrillo, las botellas de corcho dorado y las semanas con dos o tres domingos encadenados. También la ciencia se beneficiaba, lo que demuestra que no todo es negro ladrillo y blanco I+D+i.

Dicen que el edificio va a seguir dedicado a la ciencia cuando los de La Caixa se marchen a final de año, pero a mí me gustaba la unión. Es más, quizás también sea otra cosa mía (van dos), pero en todo el edificio me parecía percibir un estilo Caixa que me atraía mucho. No me cuesta reconocer que en estos temas me atrae más la forma que el fondo y ahí sí que eran buenos estos tipos del logo de Miró : como la profesora que consigue ser accesible sin dejar de ser estricta. Me temo que esto se va a perder.             

Los mellizos empiezan a decir “qué asco” cada vez que me paro a leer que, básicamente, lo raro es que sigamos vivos y sanos. Los virus se agarran a lo que tienen para expandirse, pero parece que nuestras ganas de impedírselo son más fuertes en este partido que lleva jugándose miles de años. Los cortés no quita lo valiente, y uno de los mejores detalles de la exposición son las reproducciones en cristal de distintos tipos de virus, colocados sobre unas peanas como las copas en una sala de trofeos : hay belleza en estos cabrones.

Nos marchamos de la exposición sin ver casi nada. Trato de explicarles que hemos conseguido ganarles la liga a todos ellos, pero mis explicaciones no les convencen (tampoco lo logran conmigo) y es de esa duda de la que se quieren alejar, abandonándola por aquí. Poco que echarles en cara. Eso sí : por la noche, antes de la cena, sólo tengo que decirles una sola vez que tienen que lavarse las manos. Se pelean por ser los primeros en ir al baño.

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