miércoles, 29 de mayo de 2013

Los tres vértices




Los tres vértices : El único obstáculo es el huevo mismo : pequeño y frágil. No tiene ningún secreto, pero exige que el pulso sea firme y el corte de la tijera paciente. Si hay prisa, urgencia, si la cabeza está empantanada en un problema; si el cansancio espesa las ideas; si no hay ganas; si se está en otro sitio; si se mira el reloj; si la voluntad tira hacia otro sitio; si el hecho de estar ahí con el pequeño huevo en la mano izquierda y la tijera en la derecha parece algo sin ningún sentido, entonces no falla : la cáscara cede y la yema se rompe.

Otra vez. El huevo, la tijera, la sartén. Esos son los tres vértices del momento. Y cuando lo aceptas, cuando entiendes que algo tan intrascendente es el centro de ese instante, todo va bien, y puedes cortar la parte superior del huevo sin problemas, quitarla, y volcar la yema en un vaso en lo que el aceite se calienta.

Frío los huevos de codorniz de dos en dos y los coloco con cuidado en las tostadas. 

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