domingo, 12 de mayo de 2013

Un regalo sin envolver




Un regalo sin envolver : Soy de los que piensan que el regalo perfecto es ése al que todavía no le has quitado el papel. Cuando se lo arrancas, porque eso es lo que se espera, todo regresa a la normalidad : vuelves a dar las gracias y ya está. En eso eres como el árbitro que levanta la bandera para señalar dónde ha llegado el lanzamiento viendo cómo se aleja la posibilidad de que alguno logre el récord.

En la sobremesa hay un momento en el que todo encaja. Álex y yo hablamos de Ilka Schonbein en la mesa; sentados en el césped sobre una manta están los mellizos de siete meses: me llegan las risas de las tres mujeres que los cuidan; veo cómo se balancea la hamaca en la que está tumbada Lucía; en el huerto, al fondo, Daniel atiende las explicaciones del padre de Álex y va arrancando lechugas, espinacas, puerros y apio que los dos guardan en unas bolsas blancas que van dejando junto al árbol de la hamaca.

Para que ese momento se produzca así, perfecto, también es necesario que yo forme parte de él. 

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