lunes, 6 de mayo de 2013

Los ojos de Spiderman



Los ojos de Spiderman : Uno de los temores de Daniel es desvelarse por la noche.  La propia palabra le pone nervioso : no sé el recorrido que hará por su cabeza, como esas monedas que caen en una máquina y que improvisan diferentes caminos según rebotan en los obstáculos que se encuentran. Le digo que no tiene de qué preocuparse, pero la palabra sigue su curso descendente, ajena ya a lo que le cuente. Tal vez le suene a enfermedad de adultos. A castigo, a un tropezón en el que tu sueño, como agua en un vaso, cae sobre la arena del desierto para desaparecer.

Hoy aparece varias veces en el salón. Abre lentamente la puerta, camina hacia nosotros, echa un vistazo a la televisión (congelada en una escena del segundo capítulo de la séptima temporada de Dexter) y nos dice que no puede dormir, que ha intentado pensar en todo y que ya no se le ocurre nada más.

Nunca he tenido insomnio, así que no puedo serle de ayuda. Las dimensiones de la cama son la frontera que no atraviesa ningún problema. En ese ring solo entro yo y mi subconsciente, que a veces me prepara unas veladas oníricas que pa qué : si por las mañanas no me hago una lobotomía con la cuchara con la que echo el Cola Cao a los mellizos es porque con el afeitado ya pierdo demasiada sangre. Me muevo por mi sueño como un surfista por las olas, rápidamente y sin profundad, cuando a veces me gustaría abrir los ojos con la impresión de haberme paseado por las zonas abisales con James Cameron al lado. Pero de insomnio, nada.

Daniel nos mira, esperando ya una solución. Me fijo entonces en los grandes ojos abiertos de Spiderman que lleva en su pijama. Sé, sin ningún razonamiento científico que lo justifique, que ese es el motivo. Es imposible que algo tan evidente se presente por pura coincidencia. Esa mirada atenta de Spiderman, que no puede ni pestañear, es lo que le está impidiendo dormir. Hay un diálogo entre esa camiseta y su subconsciente. Daniel se la ha puesto para creerse Spiderman y el subconsciente (sin rastro de humor) se lo ha tomado al pie de la letra, obligándole a permanecer vigilante toda la noche.

Pero la educación de un niño debe basarse en la ciencia y no en el pensamiento mágico, así que no digo nada. Insistimos en que piense en cosas agradables, en dibujos que le gustaría hacer, en algún episodio de Hora de Aventuras. Si pudiera, le quitaba la camiseta con la determinación que Mou utilizaría si viera a uno de sus hijos llevar la de Casillas. Hora de Aventuras, insisto. Daniel descubre pronto que nuestras propuestas son como esas pilas desgastadas que le quitas a un juguete olvidado pretendiendo que funcionen en el nuevo. Vuelve a fijarse en la tele y se marcha, durmiéndose al final por puro aburrimiento. 

 Nosotros volvemos a Dexter (o a Boardwalk Empire, o a Breaking Bad, o a Boss). El perfil de serie que te ofrece ese tipo de violencia que te permite dormir luego de un tirón

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