martes, 6 de agosto de 2013

La revancha de las gaviotas




La revancha de las gaviotas : Hace unos diez años, era muy fácil encontrar una obra de Chéjov en el programa del Fringe. ¿No era lo lógico en un festival dedicado al teatro?. Podías coger unos cuantos flyers, lanzarlos al aire y en los pocos que atrapabas seguro que leías “Tío Vania”, “El jardín de los cerezos” o “Las tres hermanas”, obra ésta que un año acabamos en gaélico escocés en un lejano venue en el que, en el intermedio, unas atentas damas repartían dulces entre los participantes como el que ofrece una bebida energética al que acaba un maratón. Así nos sentíamos nosotros.

En todo este tiempo las cosas han cambiado y no me cuesta relacionar esa sensación de extrañeza que tengo con la ausencia de Chéjov. Ya no es un nombre que aparece en los titulares, sino en alguna columna de interior. Las compañías, por lo que veo, no solo han dado la espalda a Chejov, sino a otros autores como David Mamet (antes podías ver una representación diferente de “Oleanna” cada día). La gran mayoría escribe sus textos, como si lo más lógico para esta generación acostumbrada a controlarlo todo mediante la tecnología fuera ser dueña también de lo que representa. El resultado es que gran parte de lo que me ofrecen no me interesa: si quieres saber por dónde se mueve el teatro actual, basta con pasarse por las salas del Traverse, dejando a los chicos de la Royal Mile de lado.

Quizás ese silencio acerca de Chéjov tenga relación con algo que este año me llama la atención : la gran cantidad de gaviotas que hay en la ciudad y su ausencia de miedo. Cientos de gaviotas que hacen de gallos a primera hora, que te persiguen como palomas en el parque, que hurgan en las basuras como ratas cuando las calles están todavía desiertas. Su actitud no es solo una forma de supervivencia, sino la revancha de unos animales que ven cómo el autor que les dedicó una obra parece no tener sitio en el festival de teatro de su ciudad. 

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