Un año clavado en la arena: En
la playa, aunque uno piense lo contrario, todo transcurre rápidamente. Basta
con levantarse pronto y ver cómo, igual que cantaban los Crowded House, se
suceden las cuatro estaciones en un día con esa quieta velocidad a la que hacía
mención Eloy Tizón en uno de sus cuentos.
Las sombrillas de playa, fijas en
la arena, reproducen todo ese ciclo en nueve horas. Sobre las ocho y media, con
solo el tronco y el sombrajo, peladas, son la representación del invierno.
Luego les salen las primeras toallas, bolsas de playa o periódicos con el
último fichaje. Frutos típicos de la primavera que rompe en verano cuando
surgen, a cientos, las tumbonas, las bolsas de patatas, las chanclas cubiertas
de arena y las gafas de sol. Un verano largo que deja paso al otoño cuando la
arena se vacía, el sol se pone, y en la arena apenas queda un nostálgico como
tú, de los que quieren percibirlo todo por si fuera a desaparecer. ¡Como si eso
fuera posible tras este continuo y excitante elogio al cambio!
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