viernes, 28 de octubre de 2011

4.978.300

En las mesas de los cinco cumpleaños que se han celebrado a la vez se ve lo mismo : Botellas de Fanta por la mitad, vasos tumbados, magdalenas mordidas, restos de bocadillos, ganchitos, rodajas de chorizo, platos amontonados, botellas de agua vacías, bolsas de chucherías sin abrir y trozos de tarta sin tocar con la cucharillas de plástico al lado.

Este local era un restaurante argentino al que una vez vinimos con los enanos. Era difícil dar con él porque estaba al final de un pasillo cuya entrada estaba escondida. Desde Julio es un local más para celebrar cumpleaños. No es mala idea porque siempre habrá que celebrar cumpleaños, aunque el número de niños que lo compartan sean cada vez más para repartir costes. Esa sería una buena medida económica.

Hoy lo han celebrado Lucía y tres niñas más de su clase. No está mal el sitio porque, además del parque de bolas, tiene coches de choque, colchonetas, un castillo hinchable y esas tazas que girar y giran.

Para atender los cinco cumpleaños y las atracciones hay cinco personas que no dan abasto.

Hoy la EPA ha anunciado que en España hay 4.978.300 parados. Veo a todos estos enanos, vestidos de Halloween, disfrutar, correr sudando de un lado a otro, sin tiempo para tomar tarta (ninguno la prueba y somos los padres los que cogemos algún plato de la bandeja) y tengo la sensación de que estamos aquí, en este local oculto, para proteger a los niños de lo que hay ahí afuera.

Como si fuera una forma de conjurar la realidad de las estadísticas, las cajas de los regalos son grandes. No importa que el contenido apenas ocupe la mitad. Alguien debe saber que tenemos necesidad de elegir esas cajas a las que nos niños les quitan el papel rápidamente para enseñárselas entre sí.

Estos cumpleaños nos hacen bien a los adultos. Es una forma de defendernos de algo amenazador que no entendemos, cuyo tamaño no acertamos a imaginar y que anuncia unos cambios que van a retrasar los relojes varios años.

En una mesa encuentro un bocadillo en un envase sin abrir y me lo como. Lucía y su mejor amiga han discutido porque las dos querían sentarse en la silla que presidía la mesa. Más tarde las hemos visto hablar entre ellas como adultas. Cuando me termino el bocadillo le pregunto si ya son amigas.

-No – me dice, como si el tema fuera más serio de lo que pueda parecer.

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