Las zapatillas de fútbol

Daniel ha esperado para enseñarme las zapatillas de fútbol que ha estrenado esta tarde. Dentro de muy poco, por ser suyas y dedicarlas a dar patadas, no se parecerán nada a lo que ahora veo. No me deja que suelte ni las gafas ni las llaves.

-¿Tiene tacos?

-Sí.

-¿Grandes o pequeños?

-Pequeños.

-¡Cómo lo sabes!

Levanta las suelas para que vea los pequeños tacos. Los toco. Creo que somos adictos a lo nuevo porque supone una promesa. Da igual el objeto. Parece que, ante todos, nos dijéramos : voy a conocerlo y voy a hacerlo mío y así yo también cambiaré, pero ese proceso exige un esfuerzo que no hacemos. Quizás porque somos incapaces de llegar al fondo de los objetos. Intuimos cierta relación con el objeto que luego desaparece con el uso cotidiano, el nuestro.

Un móvil, unas botas, un aparato para trocear manzanas, un acuario, una cartera, un paquete de té, un destornillador, un bote de lejía, una cuchillas de afeitar, una planta de interior.

Todas las posibilidades del escaparate desaparecen en cuanto se adaptan a la realidad de la persona que la compra, esa es la distancia entre lo que nos venden y lo que al final acabamos comprando : a nosotros mismos. Queríamos que el objeto nos cambiara y somos nosotros los que acabamos cambiando el objeto. Por eso no dejamos de comprar y comprar y comprar, por renovar esa esperanza que hay tras las miles de posibilidades.

Los niños tienen una relación distinta con los objetos, la distancia entre ellos es más corta. Los miran, los valoran y, en cierto modo, los exprimen, dejando que ellos sí les cambien. A esa forma de relación la llaman juego y establece una manera de acercarse a las cosas más directa.

Así que Daniel me enseña unas botas que le van a permitir convertirse en futbolista. Si le dejáramos, se metería en la cama con ellas.

Resulta extraño pensar que dentro de unos años seguramente se habrá olvidado de ellas. Les hago una foto y anoto aquí que las compró María ayer en el Decathlon y que le costaron 17,95 euros. Sería interesante contar nuestra propia vida a través de los objetos más importantes que han pasado por ella.