domingo, 16 de octubre de 2011

Y, de repente, muchos quesos.

Está la leche. De vaca o de cabra, pero leche. Leche.

Y, de repente, encima de la mesa, quesos, muchos quesos :

-Compté, Maasdam, Gouda, Brique, Cheddar, Edam, Parmesano, Folepi, Old Amsterdam y Emmental.

Detrás de cada queso algún tipo, supongo que extraño, que no se quedaba contento cuando probaba los quesos de los demás y que, después de pensarlo un poco, se animaba a preparar el suyo sin tomarse demasiado en serio las frases “ya hay muchos quesos”, “no hay queso nuevo bajo el sol”, “si sólo es leche”, “si se pudiera, ya se habría hecho”, “no merecerá el esfuerzo”, “el mercado está saturado”, “eso no te llevará a buen puerto”, “no es otro queso lo que el mundo necesita”, “la gente ya no come queso porque engorda”, “hay cosas mejores en las que emplear el tiempo”.

Los Steve Jobs de los quesos, trabajando en una granja en vez de en un garaje.

Cada queso que hay en la mesa tiene su historia. Hay historias por todas partes. También la tendrá el Arzuaga crianza 2008 que abrimos para acompañar a los quesos.

(Mientras esperaba a que me atendieran en el mostrador de los quesos, una mujer empieza a hablar conmigo. Me dice que la propuesta que les hago a los enanos de dibujar un ratón al lado del nombre de cada queso le parece muy bien. Yo también trataba de estimular a los míos, me cuenta. Es muy bueno, me dice. Así que hablamos y hablamos y además del queso me voy a llevar la historia de esta señora. Cuando aparezca el número veintidós levantaré la mano y pediré un trozo de Fol Epi. La compra de mostrador tiene un toque artesanal interesante)


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