lunes, 12 de noviembre de 2012

Dunas de chocolate




Dunas de chocolate : No sé exactamente de qué hablamos. Unas notas que han recibido hoy. Un dictado que han hecho. Unas anécdotas sobre unos amigos. Las clases con flauta.

Avanzamos lentamente por la calle porque es la hora en la que se apagan las luces de las oficinas y los coches salen de todos los garajes. No hay prisa. Los coches parecen cansados, como los conductores.

Yo tampoco tengo prisa. Hoy no toca baño y los deberes que quedan, me dicen, son fáciles. Acabo de recogerles de las extraescolares y están merendando. Primero me llega el olor del chocolate de las galletas de Lucía, como esa arena que el viento hace avanzar por las dunas de la playa. Algo leve, por rachas. Después, el del chocolate del bollo de Daniel, que avanza lentamente, con la densidad y la rotundidad de la lava de un volcán, cubriéndolo todo a su paso y anulando cualquier oposición.

Me entretengo en esos dos olores. No hay prisa. Las luces de las oficinas. Los coches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario