sábado, 17 de noviembre de 2012

Fútbol a palo seco




Fútbol a palo seco : Del hombre de quien menos me lo espero, el vecino del Bernabéu que empieza todos los partidos con un copazo en vaso alto de plástico, me llega la pista de por dónde evolucionará el fútbol : hoy se presenta con una tableta en la que ponen el partido que se juega unos metros más abajo. La evolución que comenzó con la radio en el bolsillo y el auricular en la oreja, ha llegado a su fin en este momento.

No seré yo quien critique este nuevo paso porque me cuesta quitar la vista de la pantalla. El partido que abajo se ve mate, un tanto monótono y a granel, se convierte en esa pantallita en algo brillante, ágil y, sobre todo, seleccionado : como la muestra que se ofrece en una tienda de delicatessen. Alguien mira por ti y todo lo que te ofrece parece contener la pista necesaria para interpretar bien el partido, permitiéndote ver repetidas las jugadas más importantes.

Gentes de bien como Gistau o Jabois se quejan de que el Bernabéu, en sus partidos de gloria, transmite la euforia de un aparcamiento vacío. Eso es cierto, pero, dándole vueltas al tema de la tableta, creo que el problema es que, en el fondo, venimos al fútbol a ver si encontramos lo que ya nos enseña la televisión. A base de presentar jugadas con el estilo de Matrix, gotas de sudor congeladas en el aire, aficionados ondeando banderas como solitarios Robinsones que divisaran un avión, música empapada de épica e interpretaciones exhaustivas de cada gesto con el ansia del que rebaña el fondo del yogur, uno acaba desorientado,  creyendo que el fútbol es eso y que solo es sexo lo que le enseñan en el porno.

Quiero decir que si antes la televisión seguía al aficionado del estadio para aprender de él, ahora es al revés y el seguidor tipo (yo mismo valgo) se presenta aquí buscando algo, pero no sabe muy bien el qué. Se dice : hoy viene el Athletic, será buen partido. Y organiza la noche para acercarse, y se coge el metro, y se mezcla con la gente y se sienta en su sitio bien dispuesto. Entonces sale el Athletic y el Madrid y el Madrid le mete cinco al Ahtletic y el Athletic le mete uno al Madrid y uno celebra los goles, pero entre uno y otro se da cuenta de que echa en falta el murmullo continuo de los partidos en la Play y los detalles de lo que el ojo no ve y se siente solo. Si la economía virtual se ha comido a la real, con el fútbol puede decirse que ha pasado lo mismo y los que critican al Bernabéu por su silencio tal vez sean incapaces de ver que éste sea uno de los primeros campos en reflejarse esa evidencia, agotadas las celebraciones del terruño, que tanto unen. Tal vez es que el futuro sea así de silencioso.

La única solución sería que los viejos aficionados, los que estaban acostumbrados a ver a los defensas con bigotes de bandoleros, enseñaran a las nuevas generaciones que antes del sexo debe haber amor, por lo menos un poco, y que no es que este fútbol en vivo sea mentira, es que lo que se enseña ahí fuera no es verdad. Pero si ellos, la vieja guardia, empiezan a aparecer por aquí con la tableta ya conectada, es que no hay nada que hacer.

Afortunadamente, en el partido de hoy hay dos momentos en los  que da igual si uno los ve o no a través de una pantalla : son los dos goles que Benzemá, al que no se le ve muy triste, mete con una facilidad que te pone de buen humor. Ese tipo de gol que te dice : sonríe, que siempre hay una manera distinta de resolver las cosas. 

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