martes, 27 de noviembre de 2012

Una tregua de noventa minutos



Una tregua de noventa minutos: El árbitro se acerca al jugador y se inclina hacia él con el gesto de un oficial japonés : las piernas rígidas, los brazos pegados al cuerpo y el silbato en la boca, como si se fuera a comunicar con pequeños toques en morse. El jugador, en el suelo, tiene la postura del que aprovecha unos segundos para descansar y no tiene mucha prisa por incorporarse a un partido que empieza a estar perdido y en el que no ha creído desde el principio porque ni siquiera se juega en casa. Parecen un padre y su hijo en medio de esa conversación que en muchas casas (en el segundo trimestre del 2012, el 53,28 por ciento de los menores de veinticinco años está en paro) se ha interrumpido en la tregua que ofrece un partido de fútbol, aunque sea tan intrascendente como éste de la Copa del Rey.

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