jueves, 29 de noviembre de 2012

Un atardecer colateral




Un atardecer colateral : Estoy viendo un buen atardecer urbano gracias a las buenas notas de Lucía. Su profesora, apenas nos sentamos, nos dice que va muy bien. Muy bien, insiste. Y permanecemos un momento en silencio, porque nosotros nos quedamos sin preguntas y ella sin la oportunidad de exponer sus respuestas : cuando las cosas van bien, este tipo de narraciones empieza por el final. De repente reacciona y, para justificar la reunión, de una carpeta saca los exámenes del trimestre y nos va indicando pequeños errores : una falta, una suma, una contestación en un ejercicio de comprensión. Que los haya encontrado parece más un éxito suyo que un error de Lucía. Aunque se esfuerza, le falta la tensión que seguramente muestra cuando en estas primeras turbulencias advierte un horizonte de frío y oscuridad. No es el caso y ella misma renuncia a seguir con la exposición y guarda todas las hojas. Apenas han pasado unos minutos.

Al acercarme al coche me doy cuenta de que está atardeciendo. Como a estas horas suelo estar en la oficina, disfruto del momento. Nos conformamos con poca cosa en la ciudad : esa franja de sol denso que se posa sobre la carretera, presionado por un cielo ya oscurecido.

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