sábado, 10 de noviembre de 2012

Las cuatro estaciones




Las cuatro estaciones : Nunca había pensado en las estaciones como capas superpuestas. Esa manía de excluirlas por una cuestión de calendario. Fer y yo estamos sentados en una terraza en la plaza de Fuencarral, disfrutando de una improvisada soledad : las mujeres están viendo zapatos en una, en otra, en otra tienda en Augusto Figueroa. Los niños han aceptado el juego de ir y preguntar, en esa tienda, por ejemplo, cuál es la zapatilla más barata. Corren de un lado a otro.

Y es en ese momento de tranquilidad cuando me doy cuenta de que ahí están las estaciones, juntas. El verano, en estos yogures helados que rebañamos (lo que han dejado los niños); el invierno, en el calor que desprenden las estufas sobre nuestras cabezas; el otoño en esa lluvia inofensiva, indecisa, que, encima del toldo, cae un rato, se lo piensa, vuelve a caer. La mezcla de las tres provoca ese optimismo tranquilo de los primeros días de la primavera.

-¡Treinta y cuatro euros! – gritan los niños al volver.
-Id a esa cafetería y preguntadle su nombre a la camarera.

No es solo eso. Basta con fijarse un poco para darse cuenta de que la gente lleva su propia estación encima. 

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