miércoles, 27 de abril de 2011

Gracias, Wolfgang Stark

Estaba el partido bastante aburrido, tieso y seco, como si no hubieran regado a los jugadores. Yo también me notaba un poco lejos de mí, dándole vueltas a dos o tres temas sin demasiado interés, como encontrar un número de teléfono en un trozo de papel y jugar a adivinar de quién es.

Gabriel Byrne : Yo sé por qué.
Yo : ¡Hombre, Dr Paul Weston!.
Paul Weston : Te lo diré. Estabas empachado por la final de la Copa y nada atraía tu interés.
Yo : Pues va a ser que sí, ahora que lo pienso. Muchas gracias, Dr Weston.
Paul Weston : Me marcho a la consulta. Con casos como el tuyo los episodios de mi serie durarían menos que la introducción.

Joder con el doctor Weston. Qué manera tan educada de llamarme simple.

Paul Weston : Si lo quieres definir así.

Total. El Bernabéu. El partido. Y yo en una especie de viaje astral doméstico, sin alejarme mucho de mí mismo. Abajo los jugadores iban a lo suyo, pero sin muchas ganas, como si ellos también estuvieran dando vueltas alrededor de sus entrenadores, enredados en todas las palabras dichas en los días anteriores. Para entendernos : lo que tenía que ser una competición en una piscina limpia, con sus calles bien delimitadas, se estaba convirtiendo en un baño en una zona llena de algas, en plan mar de los sargazos. Los piratas saben de qué hablo.

Hasta aquí, la exposición, que le vamos a dar a esto una estructura dramática. El partido se habría quedado en eso, como si tuviéramos a una abuela hablando en un escenario de todo lo que ha comprado en el Mercadona, si no hubiéramos tenido sobre el césped a don Wolfgang Stark. El señor Stark sabe mucho de teatro

Gracias, señor Stark.

El señor Stark (Wolfang para los amigos, que los tendrá), viendo que los jugadores no juegan, que yo ando haciendo turismo astral con la poca iniciativa del que se sube a un autobús y se deja llevar, que el césped está seco, que el público se mete con la pobre Shakira, que falta el gol, que el fútbol se encoge en sí mismo como un caracol dentro de su caparazón, que una portada con 0-0 no vende ejemplares, que el Bernabéu se vuelve un poco apático, que las mocitas madrileñas no sonríen y que Mourinho se pasa bastante tiempo en el banquillo, reacciona y le da un empujón a la obra para que pase al nudo.

Tarjeta roja a Pepe.

Dani Alves también sabe bastante de teatro. No sé si el señor Stark (Wolfang para los amigos) y el señor Alves (Dani para los amigos) estarán en la misma compañía de teatro en sus horas libres. En el mundo del teatro hay de todo.

Es lo que en un guión se llama el plot : el momento en el que las cosas cambian. Y cambian mucho. Yo, por ejemplo, regreso de mi viaje astral, de mi apatía, y noto cómo desaparece el empacho que notaba. En casos como el mío, nada mejor que tomarse una tarjeta roja del famosos doctor Stark para volver a sentirse a tono

Al ver la tarjeta roja, me viene a la cabeza una letra de El Ultimo de la Fila : "¿Por qué esas flores raras, crecen en la acera para ti?. Volveré a cogerlas, sabes, no me acostumbro a estar sin ti”. Y pienso en Pepe y, sobre todo, en la Copa de Europa, que se aleja un poco. Pero es que estamos en el nudo y en el nudo pasan estas cosas.

Basta con asomarse a la platea para ver que en el escenario se desarrolla una tragedia. El señor Stark sabía muy bien a quién echar, como si siguiera un guión. Es muy listo el señor Stark. El tema del nudo estaba en el césped y en nuestras gargantas, porque a Ronaldo parece que le hubieran entregado el guión de otra obra. Va a lo suyo.

Y si ha habido exposición y nudo, era cuestión de tiempo que llegara el desenlace. Esto lo sabía Aristóteles y también lo sabemos nosotros. Y hasta los jugadores del Madrid y los del Barça. Sin Pepe en el campo, toda la obra se le ofrecía a Messi para que marcara sus goles.

Uno.

Y, después, con algunos todavía agarrándose la cabeza con las manos, el segundo.

Así que sólo puedo tener palabras de agradecimiento para el señor Stark por haberle dado una forma dramática a lo que tenia la tensión de un partido de petanca. Si no estuviera ya cogido, titularía a esta obra “Uno de los nuestros”.

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