jueves, 14 de abril de 2011

Kling Klang, Klockan Solar


Subiendo al coche para llevar a los enanos al colegio no sé que hoy va a ser el día de Ana Laan. Estoy a punto de descubrirlo cuando les pregunto.

-¿Habéis hecho click? ¿Los dos?

Que es una manera distinta, perezosa y de cara B de referirse a la original : ¿Os habéis atado los cinturones?. Una pregunta de la que me cansé hace tiempo y que he sustituido por ésta. Más aburridas que las normas, puede ser la manera en que se nos presentan.

-Sí – me responden.

Y entonces, no sé por qué, empiezo a cantar el inicio de una canción de Ana Laan. Algo que suena como “cling, clang”, que no sé si es sueco (aunque nació en España, de padre gaditano y madre holandesa, se crió en Suecia e Inglaterra ) o una onomatopeya del ruido de las primeras gotas gruesas de una tormenta cayendo en un cubo de metal. Construyo el arranque de la canción con esas dos palabras, primas hermanas del click, clak del seguro de los cinturones.

Queda así inaugurado el día de Ana Laan y todavía no hemos salido del garaje.

A los dos las palabras les hacen gracia y juegan con ellas, repitiéndolas, moviéndolas como esa esfera de plástico que María trajo ayer a casa de un curso de stress con una pequeña bolita metálica que había que hacer pasar por extraños túneles de plástico.

(El stress desaparece cuando, incapaz de hacer nada con la bola, sueltas un taco - Cojones está bien - , la lanzas contra algo blando y te dedicas a otra cosa)

Me piden que les ponga la canción, pero tengo el iPod vacío como una nevera al volver de vacaciones : unos cuentos de Esther de Lorenzo que nos sabemos de memoria y temas de Metallica. Vaya mezcla. Con eso poco puedo cocinarles a los enanos. Sus ganas de escuchar la canción son tan grandes que mi impotencia (musical). Les digo que la pondré en casa y así la reconocerán.

-No – me mienten – La sabemos.

Y empiezan a improvisar tonterías. Unas tonterías que le sientan muy bien a esta mañana de jueves soleado, víspera de vacaciones. Víspera, una palabra que no conviene agitar. Yo también improviso y, viendo a un hombre que hace ejercicio, les digo a los enanos que le miren. Si te fijas en la parte superior, tienes a un hombre corriendo, sudando, agotado. Si bajas la mirada, ves dos piernas avanzando lentamente, como si las zapatillas estuvieran hechas de plomo. En otra parte debe haber un corredor con cara de paseo y las piernas a la velocidad del clembuterol.

-Como siga así, le pilla una abuela policía.

La imagen les hace gracia, mucha gracia, demasiada gracia. Con tonterías como ésta creé al hombre gordo, un personaje al que le he tenido que dedicar demasiados cuentos. He vivido esclavo del señor gordo hasta extremos que harían ridícula la queja de Conan Doyle respecto a Sherlock Holmes.

Después de dejar a los enanos, camino del trabajo recuerdo que escuché a Ana Laan en una entrevista en Radio 3 y que me gustaron tanto sus respuestas, su voz, y ese buen humor que mantuvo durante todo el programa, que me dije que tenía que oír sus temas. Y dí con “Chocolate and Roses”. Un gran disco. O un gran CD, que ya no sé cómo se dice.

“Me gusta siempre hacer canciones con nombre de comida. El disco anterior se llamaba Orégano y entonces a veces cuando venía gente a los conciertos me traían orégano. Entonces he deciddo subir un poco la categoría a Chocolate y Rosas, a ver si…el próximo igual se llama caviar”

Decido dejar el coche en el aparcamiento del Corte Inglés. Como tardan en abrirlo, busco en el iPhone alguna noticia sobre ella. Me encuentro con "Vindaloo", el vídeo de su nuevo disco “Sopa de almendras”. Alegre y optimista, a pesar de que no ha encontrado distribuidores para su disco y lo tiene que vender en su web.

“Desde el empaquetado del disco hasta el envío a casa de quien lo compra, todo pasa por mí. Es una locura, aunque venda todos los ejemplares, no recupero lo que me ha costado. Que no tenga distribución ha sido un golpe bastante duro, pero finalmente lo he aceptado, es lo que hay"

Como tiene muy pocos vídeos de sus canciones, me busco las letras. Cuando tengo un hueco en el trabajo las voy leyendo, recordando así la música.

“Please don´t talk, my mind is out for a walk. Just go and touch me” (Paradise)

“Puedo ser extraordinaria en la cocina o en la cama. Triple X. Exigentemente extraña, exquisita o excéntrica cada dos por tres. Excedida y expectante, exabrupta y excitable, ya lo ves. Soy exacta y exaltada, fácilmente exasperada. Qué le voy a hacer.(Ex)

“Yes, say yes. Seize the day and the night. Uncorck that bottle of wine". (Chocolate and roses)

“Cuando no escuches mi voz. Cuando te falten mis pasos. I won´t be here. You´re gonna miss mis abrazos. Fui the best thing in your vida. No lo supiste ver. I´m gonna heal mis heridas. Voy a dejarte my friend. Me echarás de menos. Pedirás de rodillas que te deje volver a mí” (Me echarás de menos).

Además de recordar las canciones de Ana Laan, hago cosas productivas : me seco lentamente las manos, contesto el teléfono en cuanto suena, redacto un mail en inglés con el cuidado con el que se le prepara la cama a un enfermo, sigo con la vista a las tres chicas que cruzan lentamente el paso de cebra, respondo “Perfecto. Muchas gracias.Saludos” en dos mails, pago la comida con un vale de 4.50, una moneda de 50 y otra de 20 (me guardo los 10 del cambio en el bolsillo), me fijo en el nudo perfecto de la corbata de un compañero, leo los comentarios a la frase de Zapatero "España es un poderoso trasatlántico. Estad tranquilos", firmo tres contrato y su copia (la chica me señala doce veces con el dedo dónde tengo que hacerlo), y abro la ventana y escucho un rato el ruido de la fuente , que suena a verano.

Las tres chicas, por fin, llegan al otro lado de la carretera.

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