En un encomiable intento por mejorar la calidad de este blog, me he decidido a entrevistar a personajes famosos para saber qué harían ellos si estuvieran en nuestra situación. Por cuestiones legales y de derechos, prácticamente todos llevarán ya muertos bastantes años o siglos y el resto habrá fallecido.
Por ponernos en situación : vais por la calle y delante de vosotros una mujer de Chamberí, por no pisar una mierda de perro (la mierda de un perro), hace un extraño quiebro, se le rompe el tacón y la bolsa del Ahorramás, con unos botes de cristal con judías verdes y garbanzos se le cae al suelo, mezclando verduras y guisantes en una combinacion que sólo podría tragarse un faquir. Vale. En ese momento, seguro, viendo las implicaciones morales de la escena, os preguntaríais. ¿y qué habría dicho Shopenhauer de todo esto?.
El problema, claro, es que Shopenhauer, os lo recuerdo, se murió en 1860 y poco va a decir de eso.
Pues bien. Esa extraña melancolía que provoca el no disponer de la guía de los sabios (en este blog aplicamos eso de que el neutro sirve para designar a los dos sexos y ahí nos hemos quedado, qué le vamos a hacer) tiene sus días contados porque, como ya he dicho en el primer párrafo y vuelvo a repetir, por si se os ha olvidado, que tenemos las neuronas fritas por culpa de Internet, los muertos hablarán desde este blog.
Sin más dilación. Con vosotros, Sócrates.
Sócrates : Hola.
Yo : Hola, Sócrates, gracias por venir. Te he preparado unos sándwiches de pollo por si el viaje por el Hades te ha dado hambre.
Sócrates : Ya he picoteado en el ferry de la laguna Estigia, pero venga un sándwich.
(Sócrates coge un sándwich y lo abre para ver qué tiene. No se fía Sócrates de lo del pollo. Quita un trozo de tomate y le da un buen bocado. Asiente sin dejar de masticar, lo que quiere decir, para los que no habléis griego antiguo, que le gusta el sándwich de pollo. En lo que se termina el sándwich, os comento que en este tipo de entrevistas yo haré cinco intervenciones, precedidas por un “yo” y el entrevistado otras cinco, precedidas por su nombre. Los muertos están muy solicitados y no hay tiempo para todos).
Yo : Puedes coger otro, hombre.
Sócrates : Es que está muy jugoso, aunque no creo que esto sea pollo. Pollo, pollo…O se me ha olvidado a qué sabe el pollo o esto no es pollo.
(Sócrates le da otro bocado. Antes, como ha hecho con el primer sándwich, le ha quitado el borde, que se me ha olvidado decirlo y puede ser importante. Una nueva vía de investigación puede salir de esto. En una mesa, junto a la silla en la que está sentado, he dejado varios periódicos del día para que les eche un vistazo y nos dé su opinión sobre lo que considere más importante).
Sócrates : ¿Esto del plutonio? ¿Tiene algo que ver con Platón.
Yo (Conciliador) : No, no, qué va.
Sócrates : El cabrón del Platón, siempre diciendo que tomaban notitas para no olvidar nada de lo que yo decía y luego las publica.
Yo (Más conciliador) : Un poco feo sí que está.Sócrates (Cogiendo El Marca y leyendo la noticia de las lesiones de Benzema, Marcelo y Cristiano Ronaldo) : Qué coño. Ya verás el martes contra el Tottenham. Va a tener que sacar al Di Stefano.
(Cierra el periódico y se mete un bocadillo en la boca. Sabe que hemos llegado a las diez intervenciones y se levanta. Me pone una mano en el hombro para que permanezca sentado y no me tome la molestia de acompañarle. Si pegáis vuestro oído a la pantalla podréis escuchar cómo se va alejando poco a poco).
Y me quedo en un silencio agradecido. Y se me ocurre una frase de coaching para mi próximo libro “Coaching con Sócrates” : “Más vale el silencio del sabio que la palabra del necio”.
El resto de los sándwiches me los voy a cenar con un Cola-Cao.
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