domingo, 7 de abril de 2013

La sombra del bumerán




La sombra del bumerán : Pido dos copas de Señamaria cuando lo veo escrito en la pizarra porque me atrae el nombre. Me gusta este marketing sutil que sirve para ganar en el fotofinish frente al bombardeo de las grandes campañas. La chica coloca las dos copas muy juntas y sirve el vino con cierta violencia masculina en dos golpes precisos, como si echara aceite al motor. También esto me gusta porque ese ímpetu se disuelve en un mercado de San Miguel que a las doce de la mañana está muy tranquilo.

Tal vez sea pronto para tomarse un vino, pero no tenemos mucho tiempo libre, así que decidimos adelantar el reloj dos horas. Mientras los demás estiran sus desayunos nosotros pedimos unos cuantos canapés que desaparecen del plato porque los gestos de nuestra versión 2X también son un poco más rápidos. Queremos meternos en los bolsillos la mayor cantidad posible de mañana de domingo. Por eso eliminamos los silencios como el que quita el espacio entre líneas para que el texto de nuestro paseo sea compacto.

Terminamos la copa y me marcho a por otro vino. Imperial. También está bueno. Intercambiamos esas anécdotas que sólo parecen asomar la cabeza con la segunda copa de vino y planeamos las siguientes paradas con una precisión que nos estimula porque no nos cuesta ponernos de acuerdo (Unas croquetas en El león de oro, un paseo por La Central, un fondant en Valor). Nos acabamos el vino cuando la mañana empieza a volverse más densa y la gente deja el cruasán y sigue nuestro ejemplo. No les diremos que a estas horas ya es difícil pescar algo en las aguas del domingo.

Vamos a por la primera ración de croquetas. Y a por la segunda. Visto desde arriba, nuestro recorrido se asemeja a la trayectoria de un bumerán : podemos alejarnos todo lo que queramos, pero a las cinco tenemos que estar en el mismo punto en el que dejamos a los mellizos a las ocho de la mañana. Por eso andamos tan deprisa, casi corremos. 

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