martes, 1 de febrero de 2011

Conversación con una patata


Por la mañana, la patata me mira con cierto desprecio desde la encimera.

-¿Qué vas a hacer conmigo? – me pregunta.

Ella lo sabe. Yo, también, así que espero que el silencio sirva como respuesta. Su mirada me hace sentir culpable y, no sé por qué, tengo la impresión de que diciendo la verdad me voy a sentir mejor.

-Pues tirarte
-Podrías haberme pelado ayer con las demás. Me quedé sorprendida cuando vi que me quedaba sola. Te juro que no lo entendía, porque todas estábamos igual de pasadas, que pensábamos que nos íbamos a quedar en la bandeja de debajo de la caldera toda la vida, mirando con envidia a las naranjas.
-Ya, pero pensé que ya había pelado demasiadas patatas
-Y al final no sobraron
-Pues no.
-Y encima se terminaron la tortilla de patata. Sale una buena tortilla, se la comen sin tener que pelearse con ellos y yo me quedo aquí, mirándolo todo desde fuera. Vaya mierda. Y, ahora, a la basura
-Me temo que sí.

Busco alguna manera de quitarle dramatismo a la situación

-Bueno, puedo transcribir esta charla que hemos tenido y publicarla en el blog. De las otras patatas, si lo miras bien, no ha quedado nada. O, para ser exactos, lo que va a quedar de ellas será peor. Tú, en cambio, verás tus últimas palabras reproducidas. Y puedo hacerte una fotografía. Voy a por la cámara. Ya está.
-¡Reproducidas en un blog!. Joder, que no estamos hablando de esculpirlas en mármol. Mira, mejor tírame ya y acabamos cuanto antes. Tendría que haber hecho caso a mi madre y haberme esforzado en ser naranja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario