lunes, 28 de febrero de 2011

"El discurso del rey", de Tom Hooper

Qué bonita es esta película y que limpita está, como un mantel perfectamente colocado en el que se hubiera dispuesto un platito con pastas. Nos servimos un café y les vamos dando mordiscos a las pastas : esta película alimenta tanto y es tan útil que no debéis dejaros ni las migas.

La de veces que van a hablar de ella en seminarios sobre la superación, la voluntad o el esfuerzo. Ya lo estoy viendo, con los ojos cerrados y todo, en una sala repleta de ejecutivos que acuden a un curso con el nombre en inglés.

-¿Habéis visto “El discurso del rey”?

Y los más aplicados dirán que sí con una sonrisa de complicidad. Y los que no, desearán hacerlo en cuanto puedan

Claro. Esta es la típica película que pronto aparecerá en esa sección de El País Semanal que dedican a la psicología. Ahí acudes con un síntoma y te recetan una película, sana, sana, culito de rana, para que te cures y ya no te duela esa parte del alma que tanto te escuece cuando te tocas.

Por ejemplo :

-Para asumir la importancia de estar en contacto con los demás : “Amar la vida”, de Mike Nichols.
-Para demostrar que necesitamos amarnos a nosotros mismos : “Alice”, de Woody Allen
-Para ejercitarse en el cuidado de los mayores : “El hijo de la novia”, de Juan José Campanella.
-Para aprender a cambiar nuestra realidad : “¿Y tú qué sabes”; de Mark Vicente; “Cadena de favores”, de Mimi Leder; “El curioso caso de Benjamin Button”, de David Fincher.
-Para saber si cambiar de apariencia nos puede cambiar la vida : “El rey pasmado”, de Imanol Uribe; “Belleza robada”, de Bernardo Bertolucci.
-Para reconocer lo dañino de ver el mundo de una forma negativa : “Wall street”, de Oliver Stone; “American beauty”, de Sam Mendes; “La guerra de los Rose”, de Danny DeVito; “La hoguera de las vanidades”, de Brian de Palma; “La edad de la inocencia”, de Martin Scorsese.
-Para admitir la importancia de nuestra parte inconsciente : “Inconscientes”, de Joaquín Oristrell, “Picnic”, de Joshua Logan, “Memento”, de Christopher Nolan.
-Para diferenciar entre estar solo o a solas : “Solas”, de Benito Zambrano, “Hable con ella”, de Pedro Almodóvar, “Barcelona (un mapa)”, de Ventura Pons.
-Para ayudarnos a encontrar la vocación : “En busca de la felicidad”, de Gabriele Muccino
-Para descubrir cómo hemos de vivir : “La vida es bella”, de Roberto Benigni; “Cadena de favores”, de Mimi Leder; “Invictus”, de Clint Eastwood.

El problema es que (siempre hay un músico que desafina y creo que ése soy yo) en esta película tan llena de todo no han dejado un hueco, ni pequeño, para meter un poco de cine. Nada. La maleta ya estaba hecha para ir a recoger el Oscar y no se podía quitar ni un personaje ni un diálogo para darle un poco de peso a la historia.

A ver : os dejo deberes. Id, por ejemplo, al episodio 5 de la tercera temporada de Mad Men, en el que se cuenta el nacimiento de Eugene. Ese mismo. Lo veis con atención (los niños en la cama y el móvil apagado) y después podéis ir en paz y cumplir con el rito de “El discurso del rey”. Y ya está. La diferencia entre lo que pesa uno y otro es lo que, para mí, es cine.

Y aquí se acaba mi homilía, mi pequeño pero selecto grupo de fieles.

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