viernes, 11 de febrero de 2011

"Nada es crucial", de Pablo Gutiérrez

Hay libros de los que te llevas una historia y libros de los que te traes una forma de trabajar el lenguaje. Esta distinción, como todas, es un tanto artificial, porque sólo usando el lenguaje la realidad se puede dividir exactamente en dos partes (lo blanco y lo negro), pero sirve como arranque

Voy a seguir con estas divisiones limpias y claras, como trozos de tarta antes de ser servidos. Con el paso del tiempo, parece que como lector uno empieza a olvidarse de la historia para arrimarse al lenguaje. Quizás sea una consecuencia del paso de la edad : cuando uno se cree capaz de modificar la realidad, de someterla, se trae de los libros esas historias que son como aros de fuego para que el león las atraviese delante de nosotros. Pasan los años y, aprendido que el león no va a saltar, que el león hace lo que le sale de los cojones, optamos por trabajar con lo que tenemos. Ni va a haber revolución ni la estructura de nuestra vida va a merecer espacios en museos ni capítulos específicos en manuales. ¿Qué es lo que queda? Ver la realidad que tenemos delante como una materia prima :

-La pulpa de la naranja en el cubo de basura
-Las dos tazas de cola-cao esperando que los enanos se despierten
-La baldosa que empieza a ceder al pisarla
-Los comunicados oficiales en los que los jueces piden información sobre personas desparecidas
-El dibujo en el cartón de la leche
-Los envases vacíos de los actimeles encima de la mesa del salón
-Una hoja recortada en la que sólo queda la silueta de un animal.
-El tarro de cristal con aceite para usar
-El cuadro con la comida del mes en la nevera.
-Las mochilas con la ropa que van a necesitar para las clases de deporte de hoy.

Ahora le pido a una novela que me recuerde que la realidad me llega a través del lenguaje y que, por eso, si modifico el lenguaje estoy cambiando la realidad. Que me muestre que la percepción de la realidad que tengo ahora es fruto de un discurso adquirido del que apenas soy consciente. Dicho de una forma más llana : si lo que vives no tiene interés tal vez se deba a que no sabes contártelo de forma interesante. Irás buscando otra realidad y acabarás sintiendo lo mismo al no prestarle atención al lenguaje

Hay novelas que te recuerdan eso y otras, como “Nada es crucial”, que, además, te revueven, que te animan a volver sobre lo cotidiano con palabras que manchen, que calienten, que escuezan, que corten, que den calor, que se muevan, que brillen. Te instalan en una urgencia que te hace sentir vivo.

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