martes, 10 de abril de 2012

Como la aguja que avanza por la tela



Como la aguja que avanza por la tela : Traen el recuerdo de la arena en los pies, el uniforme como un cuadro algo inclinado, la mano que no se acostumbra a coger de nuevo la mochila, el desayuno, otra vez, demasiado pronto, y al levantarse una queja, hoy no quiero ir al colegio, que entiendo porque hoy tampoco quería despertarles, porque a mi sueño le he perdido el respeto, pero no al suyo, ni a ese silencio de reposo absoluto que me encuentro al abrir la habitación, el zumo de naranja frente al que se quedan quietos porque el estómago les indica una hora que no coincide con la que les vamos recordando cada vez que nos asomamos a la cocina, la ropa sobre la cama y cierto silencio, ahora resignado, en el coche mientras hacemos un recorrido monótono como la aguja que avanza por la tela cosiendo dos trozos, dándole forma a algo que sólo podremos ver dentro de cierto tiempo, el aparcamiento, la radio con los periodistas musicales que esconden la cabeza en las novedades para no ver nada, para no escuchar nada, para qué seguir prestando atención, así que apago la radio y me fijo en la puerta que todavía sigue cerrada, pero el sol nos anima a salir, les digo que hay que aprovecharlo, y pienso en esas escobas que llegan a la esquina en la que queda la más resistente, por escondida, de las telarañas, que ya no está, ellos cruzan de mi mano, dándole una importancia que no volverá a tener en el resto del día (ni volante, ni teclado, ni cubierto, ni taza, ni llaves, ni móvil, ni nuca, ni hoja, ni pomo, ni grifo), acostumbrándose al uniforme, acercándose hacia la puerta y reconociendo a sus amigos. Lucía se va con una amiga y Daniel con un amigo. Me dan un beso rápido y entran en el colegio ajustándose pareja con pareja, como los dientes de una cremallera que cierra con ese orden metálico una mañana que parecía destinada a disolverse como una bola de helado en la carretera. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario