martes, 24 de abril de 2012

Puntos de orientación



Puntos de orientación :Lleno una columna de ochos. Hago lo mismo con otra, al lado. Si las miro así, una junto a la otra, son dos columnas de ochos. Cosas del Excel. A veces creo que habría que darle un par de premios grandes al que creo el Excel. No sé. Algo gordo con miles de consultores de PWC aplaudiendo, comedidos, mientras, por el cielo, cien aviones dejan un rastro de colores y mil o dos mil tanques amarillos transmiten una selección de arias, acompañado todo por un desfile de trescientas mil jirafas, de mayor a menor, recorriendo, en espiral,  el centro de la ciudad al tiempo que son fotografiadas por seis o siete mil modelos de Helmut Newton, una de ellas con unas gafas negras, para que no se diga que van todas desnudas.

A veces creo que habría que hacer sufrir al tipo que creó el Excel. Bastaría con poner en fila india a todos los elefantes de la tierra y hacerlos pasar, sin prisas, por encima del genio.

Lleno una columna de ochos. Hago lo mismo con otra, al lado. Si entorno un poco los ojos y ladeo la cabeza, parece el rastro de un tanque por la nieve. Al instante, la columna de la derecha me lleva a “Vida y Destino:

“Al despuntar el día empezó a caer la nieve y no remitió hasta mediodía. Los rusos experimentaron alegría y tristeza. Rusia había soplado en su dirección, arrojando bajo sus miserables y doloridos pies un pañuelo materna. Lo techos de los barracones estaban emblanquecidos y, a lo lejos, cobraban un aspecto familiar, aldeano” (Página 19)

La otra se dirige a “Relatos de Kolymá” :

“¿Cómo se abre camino en la nieve virgen? Un hombre echa a andar, suda y blasfema, avanza sin apenas poder mover los pies, hundiéndose a cada instante en la esponjosa y profunda nieve.  El hombre se marcha lejos, marcando su camino con irregularidades hoyos negros. Se cansa, se acuesta en la nieve, enciende un pitillo, y el humo de la majorka se extiende en una nube azulada sobre la nieve blanca y brillante. El hombre ya se ha marchado lejos, pero la nube sigue suspendida en el lugar en que se había detenido a descansar : el aire es casi inmóvil. Los caminos de abren siempre en los días de calma, para que los vientos no barran los trabajos de los hombres. El hombre se marca sus propios puntos de orientación en la infinitud nevada : una roca, un árbol alto. El hombre guía su propio cuerpo por la nieve del mismo modo que un timonel dirige la barca por el río de un saliente a otro “ (Página 17)

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