domingo, 1 de abril de 2012

Tregua



Tregua He repetido esta acción muchas veces. Del cesto azul voy sacando la ropa y la voy colgando en las cuerdas. Cada prenda con un par de pinzas del mismo color. El ruido que hace la cuerda al girar es de los que te fijan al momento y hacen de la casa un hogar : en ningún hotel podrás escucharlo. Debe ser un sonido que no ha cambiado en años.

Tiro de la cuerda, colocando con cuidado cada prenda. Es pronto y ya se siente el sol en el patio, al que dan los dormitorios del bloque, por lo que casi todas las persianas están bajadas. Sólo escucho el ruido de la cuerda y el de unos pájaros, cuyo piar va golpeando las paredes y cayendo, como una pelota de tenis lanzada con fuerza. Noto el calor del sol en las manos. Con cada pinza sujeto las prendas y el sol y el calor y el ruido de los pájaros y el avance de esta mañana de domingo, a la que trato de retener pinza tras pinza.

He repetido esta acción muchas veces, pero hoy es diferente. Los enanos están de vacaciones y, más que para que se seque, cuelgo la ropa para que descanse. Un pijama, un bañador, la malla de gimnasia, la falda, un jersey, otro jersey, la camiseta amarilla de fútbol, un pantalón, un calzoncillo y otro bañador. Por muchos kilómetros que pueda haber entre nosotros, esta ropa colgada, como el ancla de un barco, impide que se alejen del todo. No hay prisa por plancharla, así que pueden quedarse en la cuerda todo el tiempo que necesiten.

La ropa queda dentro de un triángulo perfecto de sol.

Si, por fin, alguna de esas persianas se sube y alguien asomado ve la ropa colgada, podrá leer que, escrita en la combinación de las prendas, está la petición de una tregua.

1 comentario:

  1. La ropa al sol, esa es la única bandera en la que creo. Redondo el post, hasta se huele la ropa.

    ResponderEliminar