domingo, 16 de enero de 2011

Felizmente casado

Me marcho a comprar El País en el Opencor y tener así una excusa para estirar las piernas. No es un gran paseo porque apenas hay en qué fijarse y el Opencor está cerca. Voy rebañando con la mirada :

-Una fiesta de cumpleaños en el local de bolas que hay en la esquina.
-Nadie en la tienda de los chinos
-Una pareja joven que empuja un carrito
-Todas las luces encendidas de un piso en un bloque apenas habitado.
-Un parque vacío.
-Una chica joven que habla por el móvil, muy pegado a la cara, y la mirada en el suelo.
-Hay muchos ejemplares de El País. Del resto parece que sólo quedan los que no ha querido nadie.
-Ya es de noche y el contraste ente el interior iluminado y el exterior hace que me detenga un momento.
-En una farmacia veo una gran figura de una sonriente abeja Maya pegada al cristal.
-En el Santander ofrecen un Kinect si les llevas tu dinero.

Todo el rato voy pensando en una frase del perfil de Roberto Enríquez que aparece en su libro "Mansos", que he comprado hoy y que empiezo a leer al llegar a casa. A pesar de que hay otros libros en la lista de espera, éste se adelanta por lo que me ha costado dar con él. Al final lo he encontrado en la Casa del Libro de Fuencarral : un único ejemplar casi escondido entre dos libros más altos y más gruesos, como si al propio libro le afectara su título e hiciera poco por destacar. Quizás para protegerle, los de Caballo de Troya le han colocado un forro que le hace más llamativo y le permite romper con el estilo un tanto minimalista de la editorial, en donde se ve que a todos, salvo esta excepción, les quieren por igual y se lo demuestran con la misma portada.

"Actualmente vive en Barcelona, felizmente casado"

Podría haber algo de ironía en esa frase. Al volver a casa, después de darle vueltas, creo que no la hay. Lo que me parece, a su manera, valiente.

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