viernes, 29 de julio de 2011

Persiguiendo a Maigret


Podría ser “A bordo del naufragio”, de Alberto Olmos; o “Parpadeos”, de Tizón; o “Mil cretinos”, de Monzó; o “Infancia”, de Coetzee; o “Amarillo”, de Féliz Romeo”; o “Vértigo”, de Sebald; o “Horas en una biblioteca”, de Virgina Woolf; o “En el culo del mundo”, de Antonio Lobo Antunes; o “La vista desde Castle Rock”, de Alice Munro; o “El error de Descartes”, de Antonio Damasio. Todos ellos libros que pensaba leer en verano.

Pero no voy a llevarme ninguno de ellos. Lo que quiero es meterme en quioscos y tiendas buscando esas estanterías olvidadas en las que siguen los libros que nadie se molesta en quitar, a ver si ahí, entre ellos, encuentro un Maigret que no haya leído.

Aunque el papel esté amarillo y la cubierta haya perdido color. No importa. Ese placer que nunca obtendré en el mundo digital.

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