En el curso de fotografía nos dieron una Lomo para que hiciéramos fotos con ella. Cada semana se la llevaba uno y sólo podía hacer cinco fotos para que quedara carrete para los demás.
-Fotografiad cualquier cosa que queráis sin pensar en la técnica. Se trata de disfrutar.
Ayer me descargué el programa Hipstamatic para el iPhone y, desde aquella semana con la Lomo, no me lo había pasado tan bien haciendo fotografías. Lo que se pierde en técnica se gana en libertad, lo que, hoy por hoy, me compensa.
A la Canon D40 no le ha hecho mucha gracia.
-Ya te cansarás de la pequeña. Es la típica crisis de los cuarenta.
Quizás tenga razón, pero he hecho fotos a la ropa tendida, a los pies de Lucía, a Daniel corriendo desnudo por el borde de la piscina, a mis propios pies, al trozo de carne que María se ha comido, a las balas de paja recién cosechadas, a un cubo con el fondo de ceniza junto a la madera, a una manguera azul enrollada junto al agua, como una serpiente que hubiera cambiado de color después de beberse el agua de la piscina, a una regadera flotando y a una piedra con forma de corazón junto a un olivo.
-Pronto volverás a mí – ha insistido la D40.
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