Granja de canguros : La botella de “Yellow
tail”, con un canguro en su etiqueta, proyecta tres sombras en la pared (13,5%),
pero es un vino que se deja domesticar y que acepta su hueco entre los platos con
el pan rallado, el huevo batido y la pechuga de pollo fileteada. Lo abres una
noche para cenar y a la siguiente sigue ahí, fiel como una mascota sin pedigrí
(sólo sabes que viene de un pueblo de Australia que se llama Yenda),
preguntándote a su manera qué tal te ha ido el día. Un sorbo. Hay que celebrar
que existan vinos así, que no se sienten humillados cuando los sacas a pasear
sólo para una copa y después los encierras con el corcho junto al recipiente del
aceite usado y la botella vacía de agua. Por todo esto, en una zona del
tendedero tenemos nuestra pequeña granja de canguros, con las tres principales
razas, a saber : Cabernet sauvignon, Merlot y Shiraz”.
En botellas vacías como ésta vamos
introduciendo las escenas fundamentales (cotidianas) de nuestra biografía. Como
no somos muy conscientes de ello, en vez de arrojarlas al mar para que nos
llegue a nuestra isla desierta, las lanzamos al contenedor verde. O al
amarillo. No, no, al verde.
Al verde hombre, al verde....ajaja.
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